sábado, 31 de octubre de 2009

Sentar cabeza

Con Victoria Sau al frente del Proyecto Patriarcado, una propuesta que cuenta ya con 250.000 razones de ser, las mujeres anuncian que ha llegado la hora de nombrar, dar visibilidad para poder perdonar y abolir el orden patriarcal mundial. Se trata de escuchar la voz de las mujeres, hombres, y sentar cabeza de una vez. !Salud!

sábado, 17 de octubre de 2009

Abuelas canguro: un hueso duro

"¿Mamá, me escuchas?, ¿estás ahí, me oyes?". Estás gritando al auricular mientras sostienes con una mano a tu bebé de teta y con la otra tu agenda repleta. Tu madre farfulla algo incomprensible del otro lado, de fondo se escucha una música empalagosa, con rintintín latinoamericano. Tu madre se explica susurrando "hija, ¿no ves que son las diez de la noche? Estoy al móvil con Romualdo... ya sabes, el encargado uruguayo, el que me encuentro en el gimnasio...". Estás a punto de preguntar qué hace hablando con Romualdo a esas horas de la noche, pero antes de formular la pregunta ya tienes la respuesta. Está en la punta de tu lengua. No la sueltas... te la tragas y a cambio dices muy resuelta "mamá, necesito tu ayuda. Es sólo esta vez. Me ha salido una entrevista de trabajo con una empresa muy buena y mi canguro está de berbena...". Tu madre resopla impaciente "venga, suelta. Pero date prisa... fecha y hora" espeta escueta. "Mañana a las 7 de la tarde, voy a hablar con el jefe al salir de la oficina", aseguras expectante. Tu madre hace un silencio extraño, incómodo de tan largo. "Imposible. A esa hora no puedo. Tengo clase de salsa". "Pero mamá..." atinas a decir con un tono lastimoso, a punto de llorar. Entonces tu madre baja la voz y te susurra en un hilo bien claro "lo siento mi amor, pero hace siglos que no echo un polbo y de mañana no paso".
Cuando cuelgas, estás deshecha. En un instante la odias por no ser la abuela canguro, y acto seguido, la envidias por tener a su morocho rendido. Del último revolcón con tu escuálido marido no tienes memoria, y por un orgasmo decente, lo reconoces mientras dejas caer tu agenda al suelo, tú también harías -o dejarías de hacer- miles de cosas.

El círculo acuífero, variaciones sobre el nido

La maternidad es una puerta hacia la infancia. Una ocasión para viajar hacia el principio febril de nuestra existencia, cuando éramos esencia.

Pensando en los niños me acordé de Nessa, la Extranjera, y de sus huesos cayendo al precipicio por oír vocablos, mots, palabrejas. Entonces era la fea, o la hueca. Y construyó un Andamio, desde arriba escupía a las viejas y bailaba con los gatos.

Luego fue pendeja y dijo, yo paso. Yo quiero esto, no aquello, lo de más allá. Voy y no vuelvo. O si vuelvo otro tanto, me devuelvo, me vuelvo como aquella y como la otra. Me voy haciendo posesa de trajes, chaquetas y zapatos. Taconeo en los bares, las escuelas y las caletas, con chancletas a lunares.

No importa, la letra.

Lo que importa es que madres las hay a mares. Las hay como Nessa y las hay como el Manzanares, ríos a cientos de la tierra. Entre ellas cuecen las trenzas de las mil humanidades, sus olores, colores y sapiencias.

Lo que pasa es que las madres necesitan padres para decantar hacia el bestial instinto de los pares y de los iguales. Donde hay tresca de la buena, la que implica a las plantas y a los animales. Como semilla has de florecer, al calor de los tuyos, mi niña-eh!

Travestido, proxeneta o lésbica roquera, lo que seas vienes de tus padres. De un ovario inseminado por blanco líquido. Sin padre, no hay madre, lo certifico. Es por la cuestión del círculo acuífero… nacemos de un estornudo fructífero y juguetón, de Buda o Cristo, Mohamed o Colón, de quién es lo de menos.

Puede existir un progenitor, tutor o benefactor. Los hay cuidadores, portadores o educadores, algunas madres son de alquiler, otros son donantes de esperma o biólogos facilitadores. Todo eso existe, pero hasta la fecha sólo dos colores no pueden faltar en la paleta de la naturaleza: hombre-mujer, positivo-negativo, caliente-frío, ying y yang, y siga usted por parejas de opuestos… Así se expresa el círculo acuífero, con el ronrón de sus polaridades avanzando al infinito.

Puesto que no hay cuerda sin nudo, ni bicho sin pitido, como no hay ramas sin raíces, ni polluelos sin nido, los padres han de proveer a sus hijos de dedos finos para interpretar nudos, de un sistema de orientación en el sonido, de raíces fuertes y claras que hagan vibrar sus ramas y, sobre todo, les han de proveer de un nido.

Y en el nido, orquestar con lo niños la sinfonía de la inspiración y el latido.