Con velocidad tras la burbuja ves tu rostro feroz. Pareces una hiena, te han crecido dientes y cadenas. Ladras a tu lado convertida en una bruja, con espasmódica rabia. Nada acontece, nada se cuece. Sólo escuchas quemar la mecha y una bomba reducir sus latidos al máximo, puro estertor. El tabaco ha quemado tus noches de vigilia, con vergüenza circunspecta miras tus marañas de vacío, que han molido callos amargos en tu interior. Estás hecha una fiera y lo peor es que es contra ti misma, por haber dejado escapar al caballo. Por no poder con los baldes de agua ni con los días de lluvia, ni mucho menos con la inundación interior. En el océano hay días que tienes para largo. Nadas, nadas y sigues nadeando y cada tanto caes en las cuevas, en agujeros impensados.
sábado, 4 de abril de 2009
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