miércoles, 20 de agosto de 2008

La teta y la luna


Con placer he leído estos días que una joven científica española recibió un premio. Y me he alegrado al saber que la premiada -de cuyo nombre no me acuerdo ¿será el temido efecto de la lactancia "memoria por los suelos"?- era madre de tres hijos. Tras recoger el galardón corrió a sentarse en primera fila donde la esperaban su madre y el más pequeño, un enanín de dos meses. Contra toda predicción la madre letrada no le encajó un biberón, sino que se lo colgó al pecho para darle una ilustre tetada. Me vienen a la memoria, resucitadas, escenas de mi vida en la luna. Mi bebé prendido al círculo divino, redondez animada. Mi pecho rotundo sorbido, chupeteado y relamido por las calles, plazas, playas y hamacas de este mundo. Reacciones aplacadas, señores mudos, mujeres disgustadas. De todos los colores hay gustos y disgustos inmundos. Aquí yo pongo mis flores de instante fecundo y ruego a las letradas, profesionales y hermanas que pongan lo suyo. Historias de mamas y de mamis destetadas, situaciones, escenas y burradas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi experiencia como madre lechera me ha reservado una nueva dimensión de relación con otras mujeres, el de la crianza de los hijos. He tenido la suerte de compartir la opción de la lactancia materna con grandes amigas mías y así he podido compartir alegrías y frustaciones, preocupaciones y tonterías. En otras ocasiones, he tenido gente a mi alrededor y sólo he descubierto que eran madres lactantes al cabo de bastante tiempo. Una compañera de trabajo tiene un hijo un mes más pequeño que el mío y me explicó un día como, cada tarde, ella y su hijo van a una asociación a la que pertenece y allí le da el pecho. Me dijo: me pongo muy nerviosa cuando me hace la radio. Yo no sabía de qué me hablaba pero cuando me lo explicó me tronché de risa. Su hijo mama de una teta y con la otra mano manosea el otro pezón. Me hizo llorar de risa, sobretodo por sentirme tan identificada con ella. Los demás nos miraban perplejos. Finalmente, tengo la experiencia de los que no entienden ni respetan. Mujeres que me dicen que pierdo el tiempo, que soy tonta por pasar sueño, cansancio, por haber elegido una opción tan esclava. Yo nunca he puesto en duda la opción elegida por cada madre y no entiendo la gente que pone en duda la que yo he tomado.

Atajou dijo...

Hace años leí el libro "como no ser una madre perfecta" (que recomiendo vivamente a toda mamá que se pase por aquí). La protagonista decía que ella había dado el pecho a sus hijos en todas partes, incluidos sitios públicos, pero que recomendaba no hacerlo cuando el niño tenía ya unos meses (a partir de los 9 o así, cuando ya empiezan a ser personitas).
No es lo mismo, dar el pecho a un bebé de pocos meses que se agarra a la teta sin decir ni mú y se queda dormido al ratito, que dársela a un pequeño hombrecito que al sacarte el pecho recatadamente en el abarrotado compartimento del tren suelte un "teta rica" y/o la coja, goloso, con las dos manos y una mirada de felicidad. Y, convengo, en que efectivamente, no es lo mismo. En el segundo caso, imagino que más de la mitad de los hombres del vagón estarán de acuerdo con el niño (e incluso se cambiarían por él).

Faustina Hanglin dijo...

Para mí, lo raro es que nos tengamos que esconder para dar de mamar a nuestros hijos y, en cambio, vivamos sumergidas en reclamos sexuales, tetas, culos y bocas que seducen desde la pantalla de la tv, desde las pancartas publicitarias y las publicidades, a todos esos hombres que llevamos sentados en el vagón para que compren cualquier cantitad de estupideces.