miércoles, 15 de octubre de 2008

La razón de mi vida

Llega un dato español
y empuja el límite
provocando estupor:
¿qué está bien y qué es peor?
Hay razones para ser padres
y sinrazones
comezones del desamor
saltos al vacío
químicas infecundas
y otras, qué sé yo...
Quiero un hijo para no ser menos
para ser mujer
o varios para ser hombre
Quiero un hijo para envejecer
sin pisar el geriátrico
y promover
mi escalada hacia el ático
Quiero un hijo que me dé sentido,
que me otorgue estatus...
no ser cualquiera,
sí una señora con poder
de explicación, de nomenclatura,
un señor con límites claros
Quiero un hijo para musicalizar
mi nausea sideral
y jugar a las muñecas,
tener domingos ocupados
y que me chupen la teta;
para ser por una vez
un héroe fantástico,
la más bella del planeta
Quiero un hijo
para dar a entender
que he pasado por la tierra
y no soy noble ni Nobel,
ni Serrat, ni el President
pero sirvo para algo
Quiero un hijo y lo quiero ahora
sano, bello, orgullo llano
para amar a su hermano
y unir nuestras manos
hombre,
mujer,
un hijo para soñar
lo que nunca soñamos
Y si lo vienen a buscar
pintaré mi corazón
en la huella
de su

2 comentarios:

Atajou dijo...

Faust, me has hecho llorar.
Has vibrado justo en la onda de longitud en la que desde hace semanas vibro por dentro.

¡Qué vida loca esta!
Pensar que tú, tan lejos, de la que no conozco apenas nada, a la que nunca he visto, ni oído, de la que apenas me llegaron unas frases, unas palabras, una firma en un correo electrónico, me entiende más que la gente que me ve a diario, que mi familia, que mi pareja.

¿Hasta qué punto los humanos no somos sino islas? Solas, aisladas, en la inmensidad del océano. ¡Qué rara ocasión se produce cuando la brisa nos trae el fresco de otra isla y sus olores! Asombradas descubrimos que son en parte los nuestros: el mismo agua salada, aquellas flores rojas, la fragancia de la hierba recién lavada por la lluvia....

Decías una vez que estabas tan absorbida por tus procesos internos (tb los externos) que no sabías hasta que punto tu pareja podía seguirte o siquiera si le dabas un sitio para hacerlo. Últimamente lo pienso mucho. Tal vez, sin querer, todas las personas, y en particular las mujeres, lo hacemos y por eso, al encontrar otra alma en el camino de nuestro mismo proceso descubrimos sorprendidas que habíamos estado andando solas. ¿Dónde está nuestra pareja? ¿Dónde están los que nos quieren? Estamos solas. O lo estábamos porque de pronto ya no, a nuestros pasos vacilantes se unen otros y juntas buscamos la luz que ilumine con paz nuestra mente, nuestro corazón herido de madre.

Faustina Hanglin dijo...

Gracias Atajou por tu generosidad y la belleza con que te expresas. Esa soledad que me trae tu brisa y que se hace compañia en medio del mar..