"Lo que no entiendo" confiesa Nora, una niña marroquí a quien ayudo con los deberes, "es por qué mataron a Dios", mientras sostiene el libro de sexto de E.S.O. de la asignatura de Medi, que se imparte en catalán en la escuela pública ibicenca a la que acude.
Estudiamos el fragmento de la imponente obra de Míguel Angel que decora el interior en la Capilla Sixtina, en Roma, parte de sus deberes. La maestra les dijo que se fijaran en el detalle del dedo demiúrgico insuflando vida en el cuerpo de Adán. La verdad es que una, si no le dicen que está insuflando vida, lo que ve es a dos tipos tocándose la punta de los dedos, casi un franeleo ambiguo. Pero no, es Dios creando al hombre. Y si todo esto de la creación y de Dios es un lío para una, imaginemos para Nora, cuyas raíces islámicas florecen en el pañuelo de su madre y en las palabrejas árabes con que ordena a su hermano pequeño que se aparte.
Le digo que a Dios no lo mataron, realmente, que el que murió en la cruz fue Jesús, que decía ser el hijo de Dios. Pero hijos de Dios, profetas, iluminados y guías espirituales han habido muchos, en todas las culturas, de todos los colores y por todas partes. Lo que es a Dios, no lo ha visto ninguno. Nadie le conoce, que se sepa, ni le ha invitado a un desayuno o a una cena.
Nora sonríe. Luego le pregunto si el arte está en la realidad o en la cabeza del artista, y Nora señala la cabeza con su dedo largo. Pasa las páginas del libro a todo trapo y me enseña el Guernika, de Picasso. Otra realidad y otra historia, otro punto de vista, otra memoria.
Me pregunto cómo ayudar a una niña musulmana de once años a digerir el plato de cultura que le están sirviendo, frutas y verduras del tiempo y del medio. Ella contempla las obras de los artistas y luego corre detrás de su hermano pequeño, que corre detrás de un perro, que corre detrás de una gallina que recién ha puesto un huevo. Y aquí estamos, girando en torno al huevo.
¿Todavía creemos que Dios creó todo lo que vemos y que todo lo que hacemos es juzgado por un ser supremo? ¿Se puede educar para una ciudadanía crítica y responsable, pácífica y plural, sobre los fundamentos de la mitología religiosa? Una historia antigua y pesada como una losa, por no decir como una cruz. Sobre nuestro pasado y sus rifirafes aquí y aquí.
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