viernes, 19 de septiembre de 2008

Cyber Kat

Estás sentada frente a una pantalla en el Cyber Kat, un ciber café donde puedes conectarte y disfrutar de compañía felina a medio euro los diez minutos. Claro, no es barato. Pero adoras codearte con los gatos, más si son asiáticos y puedes navegar un rato. El local es de unos nipones, está decorado con líneas minimalistas y blancos almohadones. En la sala hay pocos clientes y media docena de gatos que se pasean con la cola en alto. Uno de ellos, con un ojo cual pirata manchado, arquea sus bigotes mientras se frota contra tu espalda ronroneando. En una de las paredes hay un cartel colgado, con decoraciones de flor de manzano: “Si corres, no llegarás nunca”. La música zen te ha relajado y, por fin, te pones. Encaras la búsqueda del “dragón alado”, con la tarjeta del Xao Lin en la mano. Después de unos segundos, el buscador te muestra una ristra de opciones, puertas que indican un sentido: bordados en hilo de seda y pedrería con formas de dragón alado, inciensos de mirra y mirto con el bicho dibujado, estampados, seres animados, perfumes, diccionarios mitológicos y marcas de petardos. Todo se refiere al dragón alado, pero nada te lleva al restaurante ni al viejo asesinado. Te empantanas en las miles de ventanas y descubres, eso sí, que el dragón alado es un ser inventado por chinos, nipones y coreanos, que se disputan la paternidad y el origen real del bicharraco. Como sea, no tienes tiempo para perder ni tampoco un centavo. Tu hijo se comió su compota, finalmente lo has logrado, pero no durará mucho sin proferir un grito de leche a los oídos inocentes de tu amable vecina. Apuras tu café con leche y cuando estás sacando la billetera, llega una tipa afectada con los ojos como bolas, “el Paco mató a la Trini, el Paco mató a la Trini”, vocifera. El nipón que está a cargo la observa detenidamente y le pregunta con calma a qué se refiere. Ella explica entre sollozos “Mi gata, mi gata, el Paco la mató a palos porque le di una lata y me la metí en la cama…”. La mujer llora con el rostro entre las manos y tú te acercas para secarle los mocos. Explica que el muy bestia estaba celoso y la quería toda entera, como una geisha, empleada o negra que hiciera lo que él quisiera. Escuchas el relato alucinada y piensas en tu Charlie, tan modesto y buen hermano lavando platos, cambiando pañales y besando tus omoplatos. Sientes una punzada en tu corazón angustiado y vuelves a lo que estabas. Al llegar a la pantalla encuentras a Pirata, el gato del ojo negro, paseando en el teclado como Pedro por su casa. Lo espantas con dedos de nácar y él te mira travieso, sentadito y atento al lado de tu taza. En la pantalla nuevas ventanas y caminos se han abierto. En grandes titulares lees que en China la política demográfica ha creado un desconcierto, las mujeres son abortadas, abandonadas y asesinadas, vendidas y borradas de debajo del cielo para tener la oportunidad de que nazca un varón, ya que un sólo vástago permite el gobierno. Así, nacen pocas mujeres, se han vuelto muy selectivas y escogen maridos ricos, rentables y apuestos. Pobres y campesinos no ven una hembra ni en sueños.
Luego otra ventana te cuenta de este entuerto: progenitores furiosos porque la leche china está infectada y ya son miles los niños enfermos. Lactantes diminutos mueren de mal de riñones por un defecto de fábrica, en el gigante amarillo los niños no están seguros ni los piratas se están quietos. La última ventana te muestra esta perla: con las pasadas olimpiadas aumentaron las cesáreas porque las chinas ansiaban parir en fecha tan señalada, augurio de gran fortuna e importancia.
Con semejantes noticias te quedas atontada, un trabajo de chinos descifrar tanta burrada y tanta cosa mezclada. Pagas tu euro y medio y lo saludas a Pirata con un beso en el entrecejo, entre la ceja negra y la ceja blanca. “Mira que eres atrevido…” le dices al amado bicho, tu Cyber Kat preferido. Luego sales a la calle en plena mañana, la niebla cae sobre la ciudad atestada de hombres, mujeres y niños. En el cielo se oye un estruendo y circulan varios aviones, tienen alas de acero y morros respingones, lo que no tienen es brújula para guiar sus motores.

2 comentarios:

Atajou dijo...

¿Habías oído que los gatos "se llevan" la energía negativa? Si tienes depre, estás preocupada o ansiosa, etc... ellos -no sé cómo funciona el mecanismo- se "comen" las malas ondas. Curioso que hayas hecho ir a la prota a un sitio lleno de gatos en un momento tan difícil....

Faustina Hanglin dijo...

Atajou!!!
ojalá los gatos pudieran hacer magia con las malas ondas que generamos...
de verdad, si no nos ponemos las pilas los humanos...