viernes, 12 de septiembre de 2008

Sigue buscando


Vuelve a rechazarla. Tu hijo no quiere saber del puré de pera, ni papilla ni nada. Intentas encajarle la cuchara pero rebota la crema, chorreando por su barbilla y empapando el babero. Son pasadas las nueve, acaba otro día de una semana cualquiera en la que tu marido tampoco ha vuelto, no apareció a pedazos en ninguna heladera ni muerto en las noticias de la tele, ni en la comisaría ni en los hospitales ni en los burdeles de la city le han visto la jeta o el culete .
Nadie te cree cuando explicas que es por el crimen del chino, que fue entonces cuando empezó el desatino. Creen que inventas esa historia para esconder que se fue con otra y que te haces la loca, porque siempre has sido medio idiota.

Como sea, pegadas en la puerta de tu nevera están tus pistas hasta la fecha. Las palabras de la niña china, básicas y primordiales, siguen siendo el gran enigma. Las repites, las escribes, sin ningún sentido. Al lado del chino ya no vive nadie, no salen ni entran y espías durante horas en balde. Parece que a la niña se la tragó la tierra, que se mudaron a otra parte. Tendrías que ir al restaurante... buscar ayuda, salir a la calle.

Pero como suele pasarte de un tiempo a esta parte, a estas horas estás medio muerta, de sed y de hambre. Has dado ya la teta pero arremetes con la cuchara a ver si a tu hijo le gusta la papa y te suelta un poco la pechanga. Necesitas tiempo y espacio para encontrar a Charlie, fuerza, concentración, enfoque. Entonces enfocas tu mirada sobre los pies de tu bebito en la hamaca. El color de la tela te recuerda el sueño de esta mañana, sangrabas como una perra, menstruabas a tus anchas mojando el suelo con jugo escarlata. En la marea iba y venía una luna roja con alpargatas. Charlie cosía cortinas y cocinaba lentejas, mientras tú descifrabas el misterio de las microparejas. Mucho más lejos, en algún recoveco, respiras tú y respira él, ese era el sentido perfecto. Y mientras respiras, te agarras a Charlie y no le dejas.

- pum pum, pum pum, pum pum...

Tu corazón bombea y el oxígeno te trae noticias. Está vivo. Está que truena. Y quiere hablar contigo.

2 comentarios:

Atajou dijo...

Me encanta como escribas, no me dejes a medias, por favor. No pares hasta que encuentre a Charlie, por favor. No pares.

Faustina Hanglin dijo...

No puedooo!!!
yo también quiero encontrarle...
esta noche lo buscaré en la luna, luego te cuento...