domingo, 14 de septiembre de 2008

Arroz Xao Lin


“Arroz Xao Lin está bien”, eliges tu cena sin pensar, mirando fijamente el candelabro con forma de dragón alado que descansa sobre el mostrador del restaurante chino. La china que te atiende es la misma que te respondió al teléfono con voz aterciopelada y te liquidó rápidamente cuando le preguntaste por el dragón. Ahora evitas hablar de ello, pero quieres sonsacarle unas palabras. “No entiendo”, te responde cuando le preguntas qué quiere decir “Wo bu ming bai”. Repites de nuevo la frase, vocalizando bien. “No entiendo”, insiste achinando sus ojos almendrados. “Pero, eres china, ¿no?”, inquieres desconfiada. Ella te clava una mirada inescrutable y afirma fastidiada “Wo bu ming bai queler decil no entiendo”. “!Aaaah!”, exclamas aliviada, “menos mal”. Luego dices, “She wan”, la segunda frase de la niña rosada. Ella mira el reloj y levanta una ceja pintada: “casi diés”. “¿Qué?, ¿casi diez qué?”, respondes excitada, la china te está volviendo loca, no entiendes qué quiere ni qué le pasa. Piensas que son diez las gambas o los minutos para que lleguen a tu boca. “Quelel sabel hola, casi diés. No talde…”, empieza a irritarte la conversación, así que le repites de nuevo la pregunta, impaciente: “¿Qué quiere decir She wan?”. Entonces ella cierra su bloc bruscamente y retira los platos del segundo comensal, que no vas a usar. Luego desaparece con pasitos diligentes y nerviosos detrás del mostrador, le cuchichea algo al hombre que está sentado frente a la caja y se mete en la cocina.
El hombre de la caja, chino también, se acerca con una mano tras la espalda. Lleva un bolígrafo en el bolsillo y en el ojal una aguja dorada atravesada con un dragoncito esculpido y una piedra verde cual ojo encendido. Estás mirando el dragoncito cuando te dice “¿Señola?” inclinándose levemente. Tartamudeas algo parecido a una excusa y finalmente le formulas la pregunta. “Es talde, She wan quiele decil es talde”, te aclara rotundamente. “Ah, gracias…”, farfullas abochornada. El chino te deja con tu respuesta y la cara embobada. “Para eso tanto misterio”, piensas, “no me entendía y se le hacía tarde”. Estás empezando a creer que no hay mensaje cifrado, ni pistas, ni huellas ocultadas. Tal vez tiene razón tu madre… Charlie se esfumó con la rubia de las tetas operadas. Lo de la comisaría, toda esta historia… no es más que una banal excusa para dejarte tirada.
Tu estómago está que arde cuando llega el arroz Xao Lin, con gambas color rosa y vegetales poco fiables. Agridulce es tu cena, amarga la ausencia y la escena. Nadie te mira y nadie te busca, mientras cuentas las gambas una a una. Son siete… menos que siete, seis y media porque una está chunga.

En estas andas cuando vuelves al mostrador y al candelabro que allí descansa. Dos velas, dos llamas encendidas bailan en el aire. Miras la puerta que se cierra y que se abre, trayendo brisa, bocanadas y desaires, hace oscilar las llamas a la derecha y a la izquierda. Resisten la ventisca y se hacen pequeñas, celulares, luego en la calma chicha se ensanchan, se enlazan, se funden consumiendo el aire que cuece y el oxígeno que las mece.
“Charlie…”, musitas. Frente a ti su silla vacía y ninguna palabra.
Empiezas a rascar la mesa con las uñas sucias de manzana rallada. Quieres encontrarle pero te duelen las piernas, el cuello, la espalda y los dorsales. Tu hijo coge peso día a día como el mejor de los lechales. Tú disminuyes, te consumes, diminuta. Entonces abres la boca para que circule el aire y el chino te mira, asiente y gesticula. A los pocos minutos se aparece con la cuenta en un platito con dibujos de gatos. Son felinos de oriente, con bigotes largos y poco corrientes.

Pagas muy calladita y te despides cortésmente, mirando el candelabro. Entonces abres la boca y el aire que sale dice muy claramente “Ye she long da tian”. El chino se detiene, petrificado. “Dlagón del Cielo mulió tlistemente”, murmura. Algo tiembla en el ambiente y sus ojos son prímulas incipientes. Llora en su voz la simiente y cuando te tiende una tarjeta, sabes que no miente. Lo que no sabes es quién es Dragón del Cielo y dónde acabó tu príncipe valiente.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

when will you go online?

Anónimo dijo...

wow, very special, i like it.

Anónimo dijo...

yeah! its much better,

Anónimo dijo...

thats amazing story.

Atajou dijo...

Nuestra heroína es una detective de primera. ¿Se dirá aquí también detectiva como las miembras de la ministra?

Me has tenido en vilo hasta el final, ya me imaginaba yo a la pobre mujer volviendo a casa dar teta a su lechón sin ninguna respuesta, pero no, esta noche la teta sabrá a misterio a medio desvelar.

:D:D:D