lunes, 21 de diciembre de 2009
A veces no sé
La prisa se nos va en la vida cuanto los rosales.
Pero si solamente un niño, una criatura, se enciende bajo la luz de la luna. Es porque durmió en los umbrales de la hambruna, basurales y cajas que ululan. Vida perruna.
Si un alma pasa, y te tira los brazos a la nuca, no digas nada. Verás como el silencio mueve tus alas.
sábado, 28 de noviembre de 2009
Crecer con tiempo
sábado, 31 de octubre de 2009
Sentar cabeza
sábado, 17 de octubre de 2009
Abuelas canguro: un hueso duro
Cuando cuelgas, estás deshecha. En un instante la odias por no ser la abuela canguro, y acto seguido, la envidias por tener a su morocho rendido. Del último revolcón con tu escuálido marido no tienes memoria, y por un orgasmo decente, lo reconoces mientras dejas caer tu agenda al suelo, tú también harías -o dejarías de hacer- miles de cosas.
El círculo acuífero, variaciones sobre el nido
Pensando en los niños me acordé de Nessa, la Extranjera, y de sus huesos cayendo al precipicio por oír vocablos, mots, palabrejas. Entonces era la fea, o la hueca. Y construyó un Andamio, desde arriba escupía a las viejas y bailaba con los gatos.
Luego fue pendeja y dijo, yo paso. Yo quiero esto, no aquello, lo de más allá. Voy y no vuelvo. O si vuelvo otro tanto, me devuelvo, me vuelvo como aquella y como la otra. Me voy haciendo posesa de trajes, chaquetas y zapatos. Taconeo en los bares, las escuelas y las caletas, con chancletas a lunares.
No importa, la letra.
Lo que importa es que madres las hay a mares. Las hay como Nessa y las hay como el Manzanares, ríos a cientos de la tierra. Entre ellas cuecen las trenzas de las mil humanidades, sus olores, colores y sapiencias.
Lo que pasa es que las madres necesitan padres para decantar hacia el bestial instinto de los pares y de los iguales. Donde hay tresca de la buena, la que implica a las plantas y a los animales. Como semilla has de florecer, al calor de los tuyos, mi niña-eh!
Travestido, proxeneta o lésbica roquera, lo que seas vienes de tus padres. De un ovario inseminado por blanco líquido. Sin padre, no hay madre, lo certifico. Es por la cuestión del círculo acuífero… nacemos de un estornudo fructífero y juguetón, de Buda o Cristo, Mohamed o Colón, de quién es lo de menos.
Puede existir un progenitor, tutor o benefactor. Los hay cuidadores, portadores o educadores, algunas madres son de alquiler, otros son donantes de esperma o biólogos facilitadores. Todo eso existe, pero hasta la fecha sólo dos colores no pueden faltar en la paleta de la naturaleza: hombre-mujer, positivo-negativo, caliente-frío, ying y yang, y siga usted por parejas de opuestos… Así se expresa el círculo acuífero, con el ronrón de sus polaridades avanzando al infinito.
Puesto que no hay cuerda sin nudo, ni bicho sin pitido, como no hay ramas sin raíces, ni polluelos sin nido, los padres han de proveer a sus hijos de dedos finos para interpretar nudos, de un sistema de orientación en el sonido, de raíces fuertes y claras que hagan vibrar sus ramas y, sobre todo, les han de proveer de un nido.
Y en el nido, orquestar con lo niños la sinfonía de la inspiración y el latido.
lunes, 31 de agosto de 2009
Vuelta al cole
viernes, 17 de julio de 2009
Muerte y la China
“Los Mossos d'Esquadra detuvieron en la tarde de ayer en
Lees el papelito que ha quedado pegado entre las baldosas mojadas de tu patio encantado. Ese diario anticuado te recuerda la ausencia de Charlie, tu hombre enamorado. Ves la cara de la niña china en la fotografía y la reconoces, es ella, la señal que hasta entonces perseguías. Pero si la niña está muerta y la tienda china a la vuelta de la esquina ha clausurado sus puertas, ¿dónde vas a encontrar a tu marido ansiado?
Piensas y en la nebulosa adivinas que tal vez has de recorrer las salas de urgencias y unidades de intensivos cuidados. Allí tal vez se
Vas
Es una sala blanca, donde el aire está viciado y los enfermos esperan con ojos de ratón atrapado, las orejas
jueves, 25 de junio de 2009
Partes de partos

viernes, 19 de junio de 2009
Barba premiada

martes, 16 de junio de 2009
Nuevas caras
miércoles, 27 de mayo de 2009
A la bartola
miércoles, 13 de mayo de 2009
Mi maternidad responsable
sábado, 9 de mayo de 2009
Son todos unos depravados
domingo, 26 de abril de 2009
Diente de ajo
lunes, 20 de abril de 2009
Mujer colonizada

Si no entienden la letra, busquen anteojos. Aunque a la mujer colonizada le faltan los hoyos del bombardeo capital consumista y la torturante diatriba laboral, no tiene pérdida la obra de las Mujeres públicas. Guerrilleras del suelo público, magas en la arena.
domingo, 12 de abril de 2009
Descalabro
sábado, 11 de abril de 2009
sábado, 4 de abril de 2009
Gente guapa
miércoles, 18 de marzo de 2009
Gracias por vieja y salvaje
viernes, 13 de marzo de 2009
Estrella
martes, 10 de marzo de 2009
El mismo miedo, de Laura Gutman
domingo, 8 de marzo de 2009
martes, 17 de febrero de 2009
El libro de las caras
Escribir el libro de las caras querría decir, tal vez, comparar las caras de ayer con las caras de hoy. Las caras del antes y del después. Pero, ¿antes de qué?, ¿después de qué? Habría entonces que inventar los entres, los siglos en que estuvimos perdidos cruzando barrizales y descifrando briznas colgadas en el sweater de un amante. Tal vez ese amante fuera el marido que una vez besaste con besos encendidos y ahora ni recuerdas, aunque lo tengas delante. Quizá los barrizales tuvieron que ver con tus intentos de llegar la primera, de escalar como una atleta los escaños sociales y de tener tarjetas. O cruzaste ciénagas de soledad y miedo para ponerte una careta y ser la protagonista más bella de Sex in the city, tú la princesa plebeya.
Escribir el libro de las caras sería una labor tan inútil como inabarcable. Inútil es hablar de una cara cuando las tenemos todas e inabarcable porque la que escribe habría de infiltrarse en la intimidad más inconfesable. En el quiebre de la aurora, la cara es otra. Muestra la arruga su pliegue, la borrachera su bronca. A altas horas de la madrugada, en esa línea sutil que nos separa del desayuno, los propósitos y el buen aliento, hemos dejado de ser quiénes creímos que éramos. Entonces nuestra cara no es más que una huella, un topos. Innombrable materia que refleja el devenir de lo que somos.
sábado, 14 de febrero de 2009
Equilibrio
lunes, 9 de febrero de 2009
Hasta que los hijos os separen
viernes, 30 de enero de 2009
El club de las Malas Madres, de Lucía Etxebarría
Si usted trabaja fuera de casa entonces desatiende usted a sus hijos, y nadie valorará el hecho de que tenga usted que hacer verdaderos malabarismos para conciliar la vida familiar y la laboral.
Lo peor de todo es que unas madres y otras van acusándose mutuamente: la que se queda en casa arremete contra la que trabaja, y viceversa, como si no fuera suficiente con recibir los ataques de los pediatras, los psicólogos, los especialistas en sueño, los periodistas, las madres, las suegras y las cuñadas.
Nosotras, las madres de hoy, aseguran ciertos psicoanalistas, somos la fuente de todos los problemas de nuestros hijos, porque tenemos demasiada fuerza y le hemos robado la autoridad a los padres.
Si su hijo es hiperactivo, si tiene rabietas, si insulta a otros niños en el colegio, la culpa será siempre de usted, porque o bien le consiente demasiado o bien no le atiende lo suficiente.
¿Y dónde están esos padres a los que les hemos robado la autoridad?
¿Cuánto han luchado para defenderla?
Nadie culpará al padre, nadie cuestionará nunca que el padre trabaje fuera de casa o viaje.
Pero ¡ay de usted si lo hace!
No solo tendrá que enfrentarse al goteo constante de comentarios más o menos directos o indirectos por parte de su madre, de su suegra, de las madres de los compañeros de cole de su retoño, sino, sobre todo, tendrá usted que lidiar con su propio sentimiento de culpa, que no la dejará vivir.
Yo no soy una buena madre.
Trabajo fuera de casa y además viajo.
Dejo a mi hija con canguros.
Tengo novios y vida social.
No le he proporcionado a mi hija ese entorno familiar estable que entronizan los manuales de pediatría y las revistas de papel couché.
No soy una buena madre pero pago las facturas de mi hija (el colegio, la comida, los canguros, la ropa, los juguetes, el pediatra y, muy a mi pesar, las Barbies), apenas duermo para poder llevarla al colegio todos los días, dedico la mayor parte de mi tiempo libre a su cuidado y todo mi espacio mental a pensar en ella.
No soy una buena madre, como no lo somos ninguna.
Es lo más parecido a lo que vivíamos en la primera adolescencia.
La que intimaba con los chicos era una puta, la que se resistía era una estrecha: no había término medio.
El caso es que nunca llueve a gusto de todos y una mujer nunca hace las cosas bien.
A la madre nunca se le valora lo que hace y para colmo no tiene derecho a quejarse, so pena que se le diga que. es una mala madre.
Nuestra sociedad es perfeccionista y quiere individuos perfectos.
Superhombres que se afeiten con acabado impecable, que conduzcan coches que apenas hagan ruido, que vayan al gimnasio tres veces por semana.
Supermadres de brillante sonrisa y silueta juncal, triunfadoras en todos los ámbitos, adoradas por sus maridos y respetadas por sus jefes, y criadoras de niños sanos y emocionalmente estables.
Nuestra sociedad ha convertido el goce en un modelo, y el goce inmediato en el valor supremo.
Y un niño no es goce ni inmediatez.
Un hijo implica renuncia y perspectiva.
Y sobre todo, implica aceptar que la perfección no existe.
Usted, que me lee ¿está con los nervios de punta porque no le da tiempo a hacer todo lo que debería?, ¿tiene diez kilos de más?, ¿no tiene tiempo para ir al gimnasio y, si lo tuviera, lo emplearía en dormir?, ¿desearía que a veces fuera él el que se ocupara de la compra, de la colada, de los biberones y de la visita al pediatra?, ¿a veces se enfada, a veces está harta, a veces llora y a veces, mucha veces, no está en condiciones de dar lo mejor de sí misma?
Estupendo. Bienvenida al Club de las Malas Madres. Recuerde: no somos las mejores pero somos la mayoría.
sábado, 24 de enero de 2009
Tocata
sábado, 17 de enero de 2009
El gato, el perro y la gallina de Dr. Carlos González
Cacarea, se sienta, se menea,
Un gato, que de todo fue testigo
No alcanza a comprender su alma felina
Se acerca el gato a un perro que dormita
"Tiene razón", responde el aludido,
Buscar deciden, pues, a la gallina
"¿Me siento así?" — "¡No, tonta, boca arriba!
(Hubo de dar el gato una tajada,
Y es fama que de ciento que allí ponen
Tan sólo una recela: nuestra amiga que iniciaba esta historia.
¿No ha de tener mi cuento moraleja?
martes, 13 de enero de 2009
Fuera máscaras, arriba los velos
Pedalea
Estás henchida, dorada y ligera llena de ti misma, convertida en madre tierra. En el fondo de la cueva empiezas a encontrar tesoros: estrellas anaranjadas y fluorescentes flores, caracolas nacaradas, cristales como lágrimas que de tus entrañas profundas cayeron en la gruta y ahora son tierra fecunda.
Sueltas tu cabello y mueves las aletas. Tu tetas estriadas brillan excitadas por esta nueva etapa y se dirigen a la luz, en la superficie donde el viento sopla y el sol destapa.
Ahí vas en bicicleta, pedaleando como un hada marina convertida en atleta.
Has reencontrado tu meta, amar ramas como una ilusa, y no es que estés confusa, una visión lúcida te lleva en volandas: es el amor alquimia más que quimera. Y tendrás un reinado abundante donde antes había rocas. Hacia él pedaleas llamando a Charlie, el chaval de las mariposas, el que revive a las mari-esposas después de muertas.
sábado, 10 de enero de 2009
Libertad de espíritu
jueves, 8 de enero de 2009
Mu

"Muuuuuuu...."
Tu voz sale de la garganta como un ronquido, cual vaca o ballena, o como un animal herido, estás mugiendo cuando levantas tu mano y tocas las paredes de piedra. En la caverna todo está oscuro y todo está limpio. Es negra, húmeda y de contornos indefinidos, en ella eres y estás como sedienta, buscando letras con tu mugido.
"Muuuuuuu...." repites. Y entre sueños lo ves a Charlie flotando en un cielo golondrino con el sol languidecido. Recuerdas las tardes de cristales y las mañanas al viento, cuando entre las sábanas le decías tu nombre y en cascadas caían letras en su pecho. Luego, desayunábais medialunas de cobre ensayando el olvido.
"Ay, Charlie". Te musitas mustia como una flor sin sentido...
Entonces enrojece tu vientre y llora tu niño. Le entregas el seno rebosante y florece un manojo de claveles chinos. Tu niño sonríe a sus dientes de leche. Mientras llora, mientras ríe, tú tiemblas como un alambique sumergido en el océano.
Mu. Ahí está el origen, mujer, madre, anciana del abismo.
La clave es tu (d)instinto.